Santander | ||||
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La novia del marSu bahía es una de las más bellas del mundo y los edificios, esbeltos y señoriales, reflejan una poderosa historia impulsada por la industria naviera y el turismoHacía tiempo que no visitaba Santander y como ocurre cuando vas a una cita con un viejo amigo o un antiguo amor, no sabía cómo sería el reencuentro. ¿Cómo sería su aspecto ahora?¿Conservaría aquella poderosa atracción en mí que la convertían en un bellísimo recuerdo? Desde la habitación se contempla el desgarrador monumento a los fallecidos en el terrible incendio de 1941. Aquél fue uno de los momentos más dramáticos de la historia reciente de Santander y tras él la ciudad resurgió más bella y poderosa de sus propias cenizas. Se inició en la madrugada del 15 al 16 de febrero en la calle Cádiz y durante dos pavorosos días destruyó la mayor parte de la zona antigua, volatilizando 1783 viviendas, 508 comercios y 37 calles. La estrechez de las calles y la estructura de madera y de fachadas con miradores favoreció la difusión rápida de las llamas. Catedral de Santa María de la AsunciónCamino hasta la cercana Catedral de Santa María de la Asunción (Plaza del Obispo José Eguino y Trecu, s/n. Tel. (+34) 942 2260 24). Levantada sobre un promontorio natural, el cerro de Somorrostro, el lugar estuvo dedicado al culto religioso desde época romana. En el siglo VIII Alfonso II fundó la Abadía de los Cuerpos Santos en el monasterio preexistente, dedicándola a los Santos Emeterio y Celedonio. A lo largo de los siglos ha sido reformada en varias ocasiones, sobre todo tras el incendio de 1941, hasta alcanzar su aspecto actual de tres naves de grandes y gruesos pilares. Destaca la preciosa cripta, así como objetos artísticos medievales, renacentistas y barrocos, como una pila hispanomusulmana del siglo XIII y el monumento funerario de Marcelino Menéndez Pelayo, obra del escultor Victorio Macho. Paseo de PeredaRegreso al centro de la ciudad y de nuevo junto al Hotel Bahía me dispongo a pasear en dirección noreste hacia las playas del Sardinero, sin perder de vista el mar. Camino ahora por el señorial Paseo de Pereda entre edificios simétricos y suntuosos con miradores acristalados, balcones de forja y buhardillas. En los bajos, comercios, cafeterías, pastelería y heladerías con terrazas donde la burguesía ha disfrutado de sus horas de ocio a lo largo de los dos últimos siglos. Esta zona pertenece al ensanche de la ciudad acometido a partir del auge del comercio marítimo. Primero fue la apertura del `camino de Reinosa´, en 1753, que inició el comercio de lanas y harinas castellanas -llegó a ser conocida como el Puerto de Castilla- y sobre todo cuando en 1765 el puerto de Santander es habilitado para comerciar con las colonias americanas. A mediados del siglo XVIII la ciudad inicia su transformación hacia el este y los antiguos muelles serán convertidos en un elegante paseo. La planificación urbanística siguió el ideario del racionalismo ilustrado y de la realización de las primeras casas se encargó el ingeniero militar Francisco Llovet en 1765 (números del 1 al 8 del Paseo de Pereda). En una visita unos años más tarde a Santander, el viajero inglés George Borrow afirmaría "Santander posee un muelle hermoso, sobre el que se alza una línea de soberbios edificios, mucho más suntuosos que los palacios de la aristocracia en Madrid". Otro edificio emblemático del Paseo y de la ciudad es el del Banco de Santander, construido en 1875 por Atilano Rodríguez y reformado en 1945 por Javier González de Riancho. Prosigo el paseo hasta alcanzar el Real Club Marítimo y Puertochico, antiguo puerto de pescadores reconvertido hoy en puerto deportivo. Ahí termina el Paseo de Pereda y comienza el Paseo de Castelar, cuyos edificios más relevantes son el Banco Vitalicio, obra de Gonzalo Brigas en 1919), casa Avendaño (Valentín Lavín, 1906) y Casa Yllera (también de Lavín en 1902). A la entrada de las embarcaciones a Puertochico se encuentra el moderno edificio acristalado del Centro de Alto Rendimiento de Vela Príncipe de Asturias. No hay que olvidar que la vela posee gran tradición y seguimiento en Santander y toda Cantabria. Frente a éste se encuentra el moderno Palacio de Festivales donde se celebran eventos musicales y teatrales. Una pronunciada subida nos aproxima a la aristocrática Avenida Reina Victoria, en reconocimiento a la reina que tantos veranos pasó en Santander, y lugar de palacetes señoriales de gran belleza. Ciudad balnearioEn el último tercio del siglo XIX Santander, como otras ciudades costeras de Europa como Biarritz, Deauville, Cannes o Niza, se convierte en importante destino turístico y de ocio gracias a la promoción de los baños de ola(ver recuadro guía) y sus propiedades terapéuticas. La aristocracia y alta burguesía madrileña y castellana encontraron en Santander el lugar saludable y de descanso ideal que les permitiese al mismo tiempo mantener sus relaciones sociales. En 1861 la reina Isabel II pasó unos días de verano en las playas de El Sardinero y en agradecimiento el Ayuntamiento le ofreció unos terrenos para construir un palacio. Años más tarde Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia visitaron en varias ocasiones Santander en verano, hasta que en 1908 la ciudad ofreció como regalo de bodas al monarca los terrenos de la península de la Magdalena donde se construyó un palacio (obra de Javier González de Riancho y Gonzalo Bringas) que se inauguró en 1912. La presencia real atrajo a la aristocracia española y alrededor del Palacio de la Magdalena surgieron magníficas villas señoriales (casa Pardo, quinta Ribalayqua, casa Cué, quinta Maza, La Casuca...) y grandes hoteles como el Reina Victoria (también de González de Riancho, en 1916), el Hotel Real, el nuevo Gran Casino, el Hipódromo de Bellavista, etc., inspirados en la Belle Epoque y los grandes balnearios de la Costa Azul francesa. Reanudo el paseo por la Avenida Reina Victoria pasando por la playa del Camello y ya diviso al fondo los 2 kilómetros de las bellísimas playas de La Concha y la primera y segunda playas del Sardinero. Antiguamente en la primera se bañaba la aristocracia y en la segunda, que comienza a la altura de los Jardines de Piquío, y en unos baños flotantes en Puertochico, la población más humilde. Metros y metros de arena finísima que son bañados por el bravo Mar Cantábrico y que son el lugar ideal para el baño, practicar deporte, pasear o simplemente fijar la mirada en el horizonte. Llego a la Plaza de Italia (antigua Plaza del Pañuelo) donde se encuentra el Gran Casino y hoteles como El Gran Hotel de El Sardinero. Ese es, quizá, el lugar más bello de Santander. Aunque si continuáramos la línea de la costa llegaríamos hasta el Parque de Mataleñas y el Faro de Cabo Mayor, desde donde las vistas son también maravillosas. Allí se encuentra la entrada a la bahía de Santander. Posiblemente una de las más bellas del mundo. Sólo han sido unas pinceladas de esta bella ciudad que mira al mar. Más información: www.turismodecantabria.com y www.ayto-santander.es |